septiembre 14, 2025 2 lectura mínima
Tu recámara es tu santuario, y un tapete decorativo puede ser el detalle que marque la diferencia entre un espacio frío y uno acogedor. Pero aquí está la clave: el tapete debe combinar con tus muebles y el piso para que el ambiente sea armónico.
Pisos claros (madera clara, mármol, cerámica beige): funcionan muy bien con tapetes en tonos grises, negros o colores contrastantes.
Pisos oscuros (nogal, gris intenso, negro): lo ideal es equilibrar con tapetes claros (blanco, crema, pastel).
Pisos neutros (cemento, porcelanato): aquí puedes jugar con tapetes vibrantes o estampados sin miedo.
Camas y burós de madera clara: tapetes boho en yute o fibras naturales.
Muebles oscuros o negros: tapetes claros para no saturar el espacio.
Camas tapizadas en colores fuertes: mejor tapetes lisos que no compitan visualmente.
Decoración minimalista: un tapete shaggy o liso en neutro es perfecto para dar calidez.
Pregunta: ¿quieres que tu tapete sea protagonista o que acompañe discretamente a tus muebles?
Debajo de la cama: debe sobresalir al menos 60 cm a los lados.
Dos tapetes a los costados: prácticos y acogedores al despertar.
Tapete redondo al pie de la cama: original y moderno.
Elegir colores idénticos al piso: el tapete desaparece.
Poner uno demasiado pequeño: parece un felpudo y no aporta nada.
No pensar en la textura: un tapete muy áspero rompe con la sensación acogedora de la recámara.
Un tapete de recámara no es solo un accesorio: es el puente que une muebles y piso en una sola atmósfera. Elegirlo bien es la diferencia entre un cuarto de revista y uno que se siente incompleto.
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septiembre 14, 2025 2 lectura mínima
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