agosto 16, 2025 2 lectura mínima
Hay cosas en la vida que no reciben el reconocimiento que merecen: el que inventó el botón de “snooze”, el que puso ruedas a las maletas… y, por supuesto, el tapete.
Sí, ese pedazo de tela, fibras o material mágico que vive bajo tus pies. Ese que no se queja cuando lo pisas con zapatos sucios. Ese que no juzga cuando dejas las migajas del sándwich.
Porque lo hace todo y no pide nada.
Atrapa polvo, mugre y pelusas como si fuera un ninja.
Protege tu piso de rayones, golpes y derrames accidentales (como ese café que juraste no derramar nunca).
Le da estilo a cualquier rincón. Incluso si tu casa está medio vacía, ponle un buen tapete y ya parece pensada por un diseñador.
Y lo mejor: te da esa sensación de hogar. Piso frío = tristeza. Tapete suave = felicidad inmediata.
A diferencia de la lámpara llamativa o ese florero que no sirve para nada, el tapete no busca llamar la atención.
Está ahí, firme, decorativo, funcional… esperando que alguien lo admire. (Spoiler: nadie lo hace, pero él sigue dando lo mejor de sí).
¿Y qué recibe a cambio?
Pisadas.
Más pisadas.
Un perro durmiendo encima.
Y a veces… una lavada una vez al año si tiene suerte.
¡Pero basta de injusticias! Es hora de darle a tu tapete el respeto que merece:
Sacúdelo con cariño.
Límpialo con amor.
Y si ya está pidiendo jubilación… regálale un reemplazo digno
Tu tapete no es solo decoración. Es el héroe silencioso del hogar: absorbe el caos, soporta tus días largos y mantiene la dignidad de tu piso.
Así que la próxima vez que lo veas… tal vez deberías decirle “gracias”.
O al menos… no tirarle las papitas encima.
Los comentarios se aprobarán antes de mostrarse.
septiembre 05, 2025 2 lectura mínima
Mantente Informado: Suscríbete a Nuestro Newsletter